Nahuales en el Cerro La Bufa: Entre la Tradición y la Experiencia

En México es muy común que existan leyendas y mitos de acuerdo con cada región. Escuchamos que la gente menciona a las brujas, al demonio convertido en pavorreal o guajolote, en cabra o chivo. Y últimamente, con el nacionalismo latente que está naciendo en México, ahora bromean mucho con los nahuales.

¿Qué es un Nahual?

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El nahual es una figura que proviene desde las culturas prehispánicas. Bernardino de Sahagún, en su Historia General de las Cosas de la Nueva España, explica los fenómenos que consideraban sobrenaturales en la Nueva España, especialmente durante la noche y en los bosques. Menciona serpientes de dos cabezas y a los nahuales como hechiceros, aunque hace una separación importante: hay nahuales buenos y malos.

Esta mitología del "brujo bueno y malo" es parte de la cultura mexicana que aún persiste. Las personas mayores aún dicen: "Es que un brujo bueno me ayudó para enderezar el camino de mi hijo", por ejemplo.

 

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Según el libro Nahuales: Historia de la Montaña de Guerrero, son seres que pueden convertirse en animales. Un nahual malo puede manifestarse como conejo o rana, mientras que un nahual bueno puede tomar forma de lobo o jaguar.

Mi Experiencia en el Cerro La Bufa

imagen de la entrada del parque 

 

Hace aproximadamente un año fui con un grupo de amigos a acampar a un cerro llamado La Bufa, ubicado en Villas del Carbón, Estado de México. Es un bosque extenso; en la entrada hay un parque para acampar con un lago, pero nosotros queríamos más aventura y decidimos acampar cerca del cerro mismo, lo que requería caminar siete kilómetros adicionales.

Habíamos llegado tarde, casi a las 6 de la tarde. Estábamos a un par de horas de que oscureciera cuando decidimos caminar hasta el cerro bajo la densa oscuridad y la lluvia. A pesar de las condiciones, decidimos continuar. Llevábamos lámparas, comida, agua y equipo adecuado.

Una vez que salimos de la zona del lago y entramos al sendero del bosque, varios perros nos vieron y corrieron hacia nosotros ladrando. Sin embargo, dos de los seis perros no ladraron; se acercaron a jugar con nosotros. Uno era grande, blanco con café, y la otra era una perra más pequeña y negra. Los acariciamos y bromeamos diciendo "ojalá nos sigan", porque honestamente el bosque de noche es aterrador. Y así fue: ambos perros se quedaron con nosotros durante todo el camino.

Compañía Inesperada

Desde que tomamos la decisión de adentrarnos en el bosque yo estaba tenso y nervioso. Tenía miedo de que nos pasara algo malo. A pesar de no creer en espíritus, me preocupaba más que gente mal intencionada nos asaltara. Con los perros me sentí más aliviado, especialmente porque el perro grande era enorme.

El perro blanco parecía actuar como vigía: no iba jugando como la perra negra. Ella corría hacia el bosque y regresaba, mientras que el blanco se quedaba adelante por el camino y a veces se iba hasta atrás, como patrullando.

Entonces pasó algo que nos llamó la atención: el perro blanco atacó y mató a un conejo, rata o ardilla—no pudimos identificar qué era exactamente. Mis amigos y yo nos quedamos sorprendidos. Uno de mis amigos dijo: "Tal vez era un nahual", y empezamos a reír.

Después, durante todo el camino, cuando ladraba el perro blanco me inquietaba. Que la negra ladrara no me importaba—esa le ladraba hasta a las hojas—pero que el blanco lo hiciera sí me preocupaba, como si detectara algo que nosotros no percibíamos.

La Noche en el Bosque

Finalmente acampamos. Como yo no como tanto, me sobró mucha comida y se la regalé a los perros—era parte de su "pago" por cuidarnos, o así lo veía yo.

Durante la noche escuché varias veces cómo ladraban, pero ¿a qué le ladran? No hay nada visible, solo árboles y quizás algunos animales pequeños. En la mañana salí a orinar y me alejé de las tiendas, subí a un pequeño cerro para ver si podía avistar nuestro destino, pero era imposible entre tantos árboles.

Pensé que estaba solo cuando volteé y el perro blanco estaba detrás de mí. Le dije: "Hola, blanco, vete para allá, voy a orinar", pero no se movió del lugar. A donde íbamos, los perros nos seguían.

La ruta resultó muy bien. Los perros se quedaron toda la noche y todo el camino de regreso.

Reflexión Final

Hoy me pregunto: ¿y si en realidad esos perros eran nahuales buenos protegiéndonos? ¿Y si el conejo, rata o ardilla que mató el perro blanco era un nahual malo, como cuentan en las historias tradicionales?

No puedo afirmarlo con certeza, pero la experiencia me hizo reflexionar sobre la persistencia de estas creencias en nuestra cultura y cómo, en momentos de vulnerabilidad en la naturaleza, la línea entre la realidad y la tradición oral puede volverse más difusa.

Fuentes:

  • Sahagún, Bernardino de. Historia General de las Cosas de la Nueva España
  • Morales Rodríguez, Marisol Gabriela. Nahuales: Historia de la Montaña de Guerrero

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